viernes, 18 de noviembre de 2011

LOS PRIMEROS DEL BENIN

Misioneros asturianos rememoran su satisfacción por haber visto nacer la fe en el país africano que hoy visita Benedicto XVI y cómo el cristianismo «libera de miedos tribales»


curas asturianos en la misión de benín. Por la izquierda, de pie, Pedro Tardón, párroco de Noreña; José Manuel Álvarez, de Jove (Gijón), y Antonio Herrero, de Cabranes. Sentados, Luis González Fernández, párroco de San Claudio (Oviedo); José Antonio Álvarez, delegado diocesano de misiones; Abel Suárez Hevia, párroco de El Entrego, y Jorge Fernández Cortés, de San Pedro de los Arcos (Oviedo), ayer, en el patio del Arzobispado de Oviedo. cristian vázquez




Oviedo, J. MORÁN (Publicado por La Nueva España)

A José Manuel Álvarez, el «Peque», hoy párroco de Jove (Gijón), se le acercó un anciano del poblado y le dijo: «Veo que los cristianos no miran la cicatriz y se ayudan entre sí». En Benín, país africano y cuna del vudú, que a partir de hoy y durante tres días visitará Benedicto XVI, la expresión «mirar la cicatriz» significa diferenciar y discriminar a los miembros de cada etnia. Por esta razón, «el cristianismo es liberador para ellos», agrega Luis González, párroco de San Claudio, en Oviedo.
Ambos sacerdotes, junto a Alejandro Catalina, que actualmente continúa en África, llegaron a Benín en 1986 -se cumplen ahora 25 años-, a la misión de Bembereké, de 2.500 kilómetros cuadrados y 55.000 habitantes, en una tarea impulsada por la diócesis de Oviedo en la que a lo largo de los años han trabajado más de diez curas asturianos. LA NUEVA ESPAÑA reunió ayer a varios de ellos para conmemorar el aniversario de la misión y exponer sus experiencias. Ellos llevaron el cristianismo a una zona de Benín que «cuando llegamos tendría un 0,05 por ciento de simpatizantes, no de creyentes, y cuando recibían el bautismo la madrina era siempre una mujer llamada Madame Saka, porque era la única bautizada hasta entonces», relata Luis González.
Estas circunstancias corresponden a lo que la Iglesia denomina una «primera evangelización», «que es la más difícil y que requiere más preparación y la continuidad de los misioneros», señala Jorge Fernández Cortés, párroco de San Pedro de los Arcos (Oviedo). Benín comenzó a recibir misioneros hace ahora 150 años, y esta efeméride es uno de los motivos del viaje de Benedicto XVI, «además de entregar a África los resultados del sínodo de obispos sobre el continente negro y visitar la tumba del cardenal Gantin», explica Pedro Tardón, párroco de Noreña.
Pese a que las misiones católicas en Benín cumplen siglo y medio, cuando los asturianos llegan allí predominan los «cultos animistas y la religión musulmana», indica Luis González. Por ello esa primera evangelización «impacta», agrega Tardón. Antonio Herrero, párroco de Cabranes, destaca cómo los habitantes de Benín «acogen la fe cristiana con alegría, y los libera de los miedos y de las divisiones étnicas». Esos «miedos de sus tradiciones», según Luis González, van desde los matrimonios impuestos por la tribu al hecho de que «a los niños a los que les nacen los dientes de arriba antes que los de abajo los entregan a la esclavitud», explica José Manuel Álvarez.
La actividad de los misioneros asturianos en Benín se ha ido traduciendo a lo largo de los años en que «ves crecer las comunidades, que al principio se forman cuando se juntan dos o tres personas que han oído hablar del cristianismo y al cabo de un tiempo vienen a pedir el bautismo al sacerdote», comenta Abel Suárez Hevia, párroco de El Entrego. A partir de ese momento «es fundamental la presencia del catequista, que suele ser una persona formada para ello», añade Antonio Herrero.

«Hoy existen unas 50 comunidades en funcionamiento», precisa José Antonio Álvarez, delegado de misiones del Arzobispado de Oviedo, que a la vez echa en falta «mayor voluntad por parte de la Iglesia de Asturias para mantener y acrecentar la misión de Benín. «Hay sacerdotes que se sumarían a ella», agrega, especialmente ante la perspectiva de que hoy en día sólo trabaja allí Alejandro Catalina, «y no es bueno dejar a una persona sola», apostilla Antonio Herrero.
«Y es necesaria la implicación directa del Arzobispo», señala Pedro Tardón. En este sentido, el titular de Oviedo, Jesús Sanz Montes, visitará Benín el próximo febrero. «Si se cerrara la misión en Benín, Asturias perdería una referencia con el mundo de los pobres y una experiencia que te cambia la mentalidad», advierte Luis González. A lo largo de estos 25 años también ha trabajado en Benín el sacerdote Mateo Murias, párroco de Riosa, y Ramón Quirós, hoy secularizado, pero que sigue colaborando con el país africano mediante una ONG. Otros sacerdotes asturianos, como José Luis Fonseca, párroco de Nuevo Gijón, han pasado temporadas ayudando a sus compañeros misioneros.

martes, 8 de noviembre de 2011

El Obispo Álvaro Ramazzini en Quirós


De izquierda a derecha, José Antonio Álvarez,
Delegado de Misiones, Marcelino Montoto,
el obispo Álvaro Ramazzini y Juan Usillos,
salesiano, en Bárzana de Quirós


El obispo Alvaro Leonel Ramazzini, que destaca en Guatemala por su labor social y humanitaria, visitó Asturias y se acercó al pueblo natal de San Melchor(patrono de Asturias misionera), en Cortes, acompañado por el Delegado de Misiones, José Antonio Álvarez.
 Monseñor Ramazzini es un luchador por los derechos de la población rural de la diócesis San Marcos, una de las zona más económicamente subdesarrollada en Guatemala, con una población en su mayoría indígena. Luchó contra la destrucción del medio ambiente por empresas mineras internacionales. Por su compromiso social, fue amenazado de muerte en varias ocasiones.
Recibió recientemente el premio “Pacen in Terris”, otorgado entre otras personalidades a Teresa de Calcuta, Martin Luther King, J.F. Kennedy, Hélder Cámara.