martes, 29 de julio de 2014

CELEBRACION DEL DIA DE LOS MISIONEROS ASTURIANOS


La diócesis asturiana homenajea a cinco evangelizadores en la festividad de San Melchor, el primer santo asturiano y patrono deAsturias Misionera

"Estás despreciando mi cariño". Esta fue la respuesta de una humilde campesina en el Alto de la Paz (Bolivia) a la misionera dominica asturiana Araceli Revuelta. La religiosa había ayudado a curar al 
marido de la boliviana pero se negaba a aceptar como contraprestación un huevo, una de las pocas posesiones que la pareja tenía, por entender que debía ser el doliente quien disfrutara del manjar. Al final, Revuelta, misionera en América del Sur desde hace casi 60 años, se llevó a casa el huevo y una lección que no olvidó nunca: "Es fundamental poner cariño en todo lo que se hace". Y a sus 93 años, sigue fiel a esa filosofía de vida. Su labor y la de otros cuatro misioneros asturianos -Fermín Riaño, José García, Alejandro Rodríguez y Fernando Díez- fue reconocida ayer, no por casualidad, en Cortes (Quirós). Esta aldea quirosana vio nacer al dominico Melchor García Sampedro (1821-1858), patrón de los misioneros asturianos, que fue brutalmente ejecutado en Vietnam por el emperador Tu-Duc por predicar las ideas cristianas. El quirosano se convirtió en el primer santo asturiano, al ser canonizado en 1988 por Juan Pablo II. Cada 28 de julio se hace una ceremonia en su tierra natal para conmemorar su martirio, en la capilla que lleva su nombre.
El acto fue oficiado por quinto año consecutivo por el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que aseguró que una de sus principales preocupaciones "es alentar la vocación de los jóvenes creyentes". Recordó que "se puede ser misionero en el aquí y en el ahora" y que "no es necesario irse a Indochina como San Melchor para proclamar el Evangelio". El prelado hizo también alusión a quienes más sufren por las guerras y, citando las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en el Ángelus del domingo, lamentó los conflictos de Ucrania, Tierra Santa y Siria "y otros que desangran la humanidad y no tienen espacio en el telediario".
Durante el solemne acto, Pedro Tardón, delegado de misiones de la diócesis de Oviedo, tuvo palabras de recuerdo para los sacerdotes Silverio Cerra, mierense fallecido en mayo en un accidente de montaña en Morcín, y para José Díaz Pérez, que murió en marzo tras una ataque de abejas africanizadas en Nicaragua.
Alejandro Rodríguez, José García, Araceli Revuelta,
Jesús Sanz, Fernando Díez y Fermín Riaño
El momento álgido de la jornada fue cuando los cinco misioneros homenajeados fueron subiendo al altar, por turnos, para contar sus experiencias, que consiguieron acaparar por completo la atención de un público que abarrotaba la pequeña capilla. La primera en hablar fue Araceli Revuelta (Pravia, 1921), quien con 33 años se hizo dominica del Rosario y llegó a Calama (en el norte de Chile), "cuando todavía no había médicos ni enfermeros. Estaba sola y sabe Dios cuántos partos atendí en casas". Con ayuda de franciscanos norteamericanos fundó en enero de 1959 la primera parroquia de Santa María de los Ángeles, en el Alto de la Paz (Bolivia), donde actualmente esta enfermera y profesora coordina un centro para personas con pocos recursos. "Ya no tengo fuerzas para subirme en una mula pero puedo colaborar de otras maneras y pienso seguir trabajando mientras tenga fuerza", aseguró, arrancando la ovación de los presentes. Durante los casi 60 años que ha estado de misionera en América del Sur, "se han experimentado grandes avances en educación pero no tanto en sanidad", lamenta.
El piloñés José García (Coya, 1940) fue el segundo misionero en contar sus vivencias. Pasó 22 años en Costa Rica y lleva 26 en Nicaragua, en la Parroquia de Nueva Guinea, compuesta por 125 comunidades que recorre dos veces al año montado en una mula y a donde regresará el próximo lunes "si no disparan ningún cohete al avión", indicó en referencia a la reciente catástrofe en Ucrania. Aseguró no tener la valentía de San Melchor porque "si sé que me van a martirizar igual echo a correr", bromeó. "Quiero que mi parroquia sea laical y misionera", dijo García, quien cuenta con la inestimable ayuda de 11 muchachos que estudian para sacerdotes, 9 aspirantes a monjas y 11 monjas nativas.
Fermín Riaño (Avilés, 1960) fue el tercero en contar sus andanzas en Udon Thani (Tailandia), a 30 kilómetros de la frontera con Laos. Cuando llegó, hace 23 años, el sida y la lepra causaban estragos en la población. Su labor se centró en formar laicos líderes de comunidades. El avilesino quiso aprovechar la ocasión para "dar las gracias por el dinero y las oraciones" y aseguró que en el país asiático se recuerda mucho la figura de San Melchor, del que hasta se venden pósters. "Hay 6 millones de habitantes y 15.000 son católicos", recuerda Riaño. "El budismo tiene una fuerte presencia en Tailandia por lo que a veces doy misa para un par de personas sólo", lamenta. Su trabajo se ha visto dificultado en los últimos meses tras el golpe de Estado y la instauración de la Junta Militar. "Ha habido un gran recorte de libertades y no están permitidas las reuniones de más de cinco personas", se queja. En su opinión, para ser un buen misionero, además de fe se necesita "apertura de mente y generosidad".
En cuarto lugar subió al altar Alejandro Rodríguez (Burgos, 1951) que, a pesar de ser burgalés, se ordenó en Asturias, primero en Covadonga y más tarde en Oviedo. Entre 1982 y 1985 trabajó en Burundi (África). Después estuvo en una misión en Ntita, donde estudió la lengua kirundi y desde 2004 predica el Evangelio en Benin (Bémbéréké), donde las próximas navidades recibirá la visita del delegado del arzobispo. Reconoce que hay gran presencia del Islam y que "últimamente se están extendiendo signos fundamentalistas como el velo, por influencias exteriores, que antes no se veían tanto, pero aún así la convivencia es cordial". El burgalés no se queda quieto un minuto y ya prepara con el apoyo de Manos Unidas la creación de un módulo de 8 aulas de instituto para chavales entre 11 y 20 años, proyecto valorado en 80.000 euros. Rodríguez tuvo palabras de recuerdo para las víctimas de Boko Haram, en la vecina Nigeria y denunció que África es víctima de la miseria y explotación salvaje "de una economía asesina".
Habló en último lugar Fernando Díaz (Oviedo, 1955), al que le transmitieron "el virus de las misiones" hace 6 años y se fue a Lomas (Ecuador) con el movimiento cristiano Adsis para promocionar el trabajo de mujeres en talleres de telares o cocina. Desde hace un año se encuentra en Quito. Todos coinciden en que lo mejor es predicar con el ejemplo.