Estimados amigos de la Diócesis de Oviedo. Para mí es muy especial dirigiros este saludo en el Día de la Misión Diocesana. Como dice el papa León XIV, durante muchos años misionero en el Perú, la Iglesia debe hacerse presente en el mundo, saliendo de sí misma para anunciar el Evangelio y abrazar a todos con los brazos abiertos.
Eso es lo que humildemente
intentamos hacer en este pequeño rincón de la Amazonía peruana que es el puesto
de misión de Tacsha-Curaray, a orillas del río Napo, perteneciente al Vicariato
Apostólico San José del Amazonas.
Una presencia de Iglesia
sencilla, accesible y que crea lazos de amistad y confianza. Es desde ahí donde
podemos servir a la población acompañando su vida de fe y sus penas y alegrías
cotidianas.
Como bien sabéis, en la Amazonía
se juega buena parte del futuro del planeta. El egoísmo y la rapiña están
esquilmando un ecosistema del que depende la estabilidad climática de la Tierra.
Con ello también se priva a las poblaciones originarias de su territorio y su
manera de vida ancestral.
En medio de esta situación, la
Iglesia pretende ser un faro de luz que aporte esperanza. Una esperanza que
nace de la fe en un Dios que está vivo y nos acompaña en nuestro caminar. En
ese sentido, la Iglesia asturiana siempre ha demostrado su compromiso con la
misión (Burundi, Benín, Guatemala, Perú…) han sido algunos de los países donde
sacerdotes, laicos y laicas han ejercido su encomiable labor misionera en
nombre de nuestra diócesis, acompañando situaciones de dolor, pobreza e
injusticia.
Pero esta labor no sería posible
sin el apoyo de los fieles y parroquias asturianas que año a año se sienten
comprometidas a unirse a esta labor misionera con su oración y su colaboración.
Una manera de dar respuesta a la vocación a la misión a la que todos los
seguidores de Jesús estamos llamados.
Por mi parte quiero agradeceros
todo vuestro apoyo en este año y poco que ya llevamos por estas tierras.
Seguiréis teniendo noticias nuestras y podéis contar con nuestra oración.
Que la Santina nos acompañe
siempre en nuestro caminar y el ejemplo de San Melchor de Quirós y tantos otros
misioneros y misioneras, nos anime a anunciar la Buena Nueva de Jesús allá
donde Él nos envíe.
Un abrazo fraterno
Alfonso