miércoles, 23 de marzo de 2016

Una feliz decisión

Pregunte seño, pregunte!. Así te dicen cuando pasas por el mercado central, ofreciendo su mercancía. Mangos, mangos, mangos.. Pregunte seño.
Claro, ellas y ellos preguntan, y preguntan. ¿De donde es? En su  país hay cultivos?. Cuantos años tiene?, esta siempre queda sin respuesta, si lo digo se asustan, soy mayor que las abuelas de las "patojas" (niñas ) del colegio.
Cuando explico, sigo haciéndolo después de once años, si, ya doce veces que llevamos yendo, cuando explico cómo empezó todo, aún me emociono recordándolo.
La vida no es siempre de color rosa, después de un duro golpe, el más duro, la falta de un ser querido, el más querido, el compañero, el amigo.... Quede vacía y.....
¡Bendita la idea!. Intente llenar ese gran hueco, con mi asignatura pendiente, que era, mi vocación de joven, que digo joven, de niña y de joven, era ser misionera.
Lo propuse a mi amiga Trini, ella con vocación social, y gracias a sus amistades, colabora en "Mujeres del mundo", consiguió que nos invitasen La Hermanas de la Sagrada Familia Belga.
Allá nos fuimos, nada menos que tres meses, fuimos a CHIANTLA un pueblecito de Huehuetenengo, en Guatemala.
Esta decisión cambio mi vida, siempre vas pensando en que vas a ayudar en esto y en lo otro, y te encuentras con que recibes,  mucho, muchísimo más.
Son gente feliz, con muy poco. Vas aprendiendo sus costumbres, al principio metes la pata, ¡vaya si la metes!.
Un día en una comunidad, en la Celebración de la Palabra, nos propusieron que dijésemos unas palabritas, nosotras muy dignas y humilditas lo rehusamos. Los dejamos asustados, tuvieron que explicarnos que les habíamos hecho un desaire, que los habíamos ofendido. Desde ese día nos
hicimos oradoras, aprendimos a perder esa falsa humildad, allí no existe la frase de:"No tienes abuela", allí aprendes a valorarte y a reconocer tus virtudes, todos las tenemos.
También aprendí a rezar, si después de 12 años, de estudios en un colegio español, en  una orden religiosa, fui a Guatemala a aprender con las hermanas a rezar, disfrutando de esos momentos de oración.
Y muchas cosas más, tengo tantas historias y vivencias..... Otro día, si queréis os sigo contando.

        Maria Asunción Rodríguez