lunes, 20 de octubre de 2025

Alfonso Pombo - Peru - Cumbre Amazónica del Agua,


Los días 1, 2 y 3 de octubre tuvo lugar en Iquitos la primera Cumbre Amazónica del Agua, organizada por el Vicariato Apostólico de Iquitos con el lema “Somos agua, somos vida, somos esperanza”.


A este encuentro histórico acudieron casi 400 delegados de 10 países para intercambiar experiencias relacionadas con la protección del agua y los ríos, denunciar las actividades que están contaminando el agua y por lo tanto poniendo en peligro la vida de las personas de la Amazonía y dar esperanza para que esta lucha continúe.

Es paradójico que, en la mayor reserva de agua dulce del planeta, casi la mitad de la población del departamento de Loreto no tenga acceso al agua potable por red pública. Y no solo eso, el agua de los ríos está siendo contaminada por diferentes actividades como pueden ser el narcotráfico, los monocultivos intensivos, la explotación petrolera y especialmente la minería ilegal de oro a través de dragas.

En ríos como el Nanay, Tigre, Pastaza, Marañón, Putumayo o Napo, los habitantes sufren graves enfermedades debido a la contaminación de las aguas. El origen de esta situación, como denunciaba en la cumbre el cardenal Carlos Castillo, arzobispo de Lima, es la avaricia de un sistema económico que rapiña toda la riqueza natural en busca del beneficio económico.

Nos conmovió a todos los asistentes los testimonios en primera persona de los defensores y defensoras de los ríos. Personas, en su gran mayoría indígenas, que no temen arriesgar su vida por proteger su medio de vida, su territorio, sus ríos.

También nos enorgulleció como misioneros la firme defensa que la Iglesia está haciendo del medio ambiente en esta región. Los obispos de Iquitos, Puerto Maldonado o Aguarico, entre otros, están a la vanguardia acompañando estos procesos junto organizaciones sociales e instituciones de la sociedad civil.

Hay un dicho amazónico que dice que los ríos no separan, unen a las poblaciones. El gemir del agua en estos ríos es lo que ha provocado esta cumbre, en defensa de un medio tan vital para la vida. Unidos en el mismo espíritu de Jesús, fuente de agua viva, la Cumbre Amazónica del Agua fue un rayo de esperanza en medio de una realidad oscura y cruel. La Iglesia acompaña esta lucha por un medio ambiente limpio y una vida digna.