viernes, 11 de marzo de 2022

UN AÑO EN HONDURAS

 

Queridos amigos y amigas:


Hace un año que llegué a Honduras como misionero laico de OCASHA-Cristianos con el Sur, enviado por mi diócesis de Oviedo. Creo que es momento de hacer balance y compartir con vosotros mi experiencia durante este tiempo.

La labor del equipo de OCASHA-CCS es colaborar con la entidad ACOES, que en Honduras tiene un amplio programa para ayudar a la capacitación de la juventud hondureña. Escuelas, guarderías, residencias… son algunos de los recursos de los que dispone. La base del proyecto es fomentar la educación como herramienta indispensable para el desarrollo personal y comunitario. En concreto, el equipo de OCASHA-CCS apoya en las residencias de estudiantes Populorum Progressio, que pretenden que la formación de los jóvenes de las comunidades rurales más retiradas no se trunque.

Durante el año pasado realicé mi labor misionera en el pueblo de Copán Ruinas, una zona muy retirada (al lado de la frontera con Guatemala) y en la actualidad me encuentro en la ciudad de Marcala, perteneciente al departamento de La Paz. En todo el país la situación es muy complicada, y la educación no es una excepción. Las familias no ven la importancia que tiene la educación para los jóvenes y las instituciones no apoyan como deberían. La deserción escolar, las pandillas, los embarazos en adolescentes o la emigración a los Estados Unidos son el ¨pan nuestro¨ de cada día.

Como ya os comenté en alguna ocasión, es admirable el esfuerzo de muchos jóvenes que, a pesar de las dificultades, quieren seguir estudiando. Recorren kilómetros a pie para ir a la escuela, trabajan entre semana para conseguir dinero para sus útiles o la matrícula en el colegio, se enfrentan en ocasiones a la oposición de su familia y su comunidad.... Son la esperanza de este país y un ejemplo de superación increíble.

La labor que desarrollamos en las residencias es muy variada. Por un lado, atendemos a los muchachos que viven con nosotros. Les acompañamos en el día a día, con las tareas escolares, a los que terminan bachillerato les preparamos para el examen de acceso a la universidad… Y luego está el trabajo en las comunidades rurales, donde se llevan distintos proyectos: guarderías, becas, educación a distancia y atención a ancianos y personas con discapacidad. Es mucho trabajo y a veces llegas al final de día agotado, pero con la satisfacción de haber colaborado a mejorar la vida de todas estas personas.

Sin ninguna duda, lo que más disfruto en la misión es compartir el tiempo con la gente sencilla. Siempre que visitamos alguna familia, nos reciben con gran hospitalidad y nos invitan a compartir lo poco que tienen: un café, un poco de frijol, una sopa de gallina… Es en esos momentos donde percibes que la dignidad de las personas no depende de cuánto dinero tienen, sino de afrontar los embates de la vida con esfuerzo y entereza. En ellos está Jesús crucificado por tanta injusticia.

En Nochevieja y Año Nuevo, tuve la gran suerte de visitar a los amigos pasionistas de San Salvador. Era un viaje que tenía en mente desde que vine a Centroamérica. El ejemplo de los mártires desde hace mucho tiempo me ha conmovido y animado en mi vida de fe. El Salvador, y toda América en general, es una tierra de mártires. Visitar la tumba de San Óscar Romero, la capilla donde lo mataron o conocer la UCA, donde acribillaron a Ignacio Ellacuría y compañeros jesuitas, fueron experiencias que jamás olvidaré y un regalo de Dios. Estos días, también estamos conmemorando en la ciudad de La Esperanza, muy cerca de Marcala, el martirio de Berta Cáceres, otra mártir por la causa de la justicia y los derechos humanos.


Vine a Honduras con las dudas normales cuando alguien toma una decisión de este tipo: no sabía si me arrepentiría de haber venido, si me acostumbraría al país, a los compañeros… Ahora puedo decir, tras un año de experiencia misionera, que estoy feliz de haberme embarcado en esta ventura a la que Jesús me venía llamando desde hacía tiempo. Es un camino que no sé muy bien dónde me llevará, en todo caso, lo importante es caminar al lado del Señor y dejar que Él me vaya guiando.

Un abrazo fraterno

Alfonso

 

lunes, 7 de marzo de 2022