Queridos amigos y amigas de la Delegación de Misiones de Oviedo, un saludo desde el puesto de
misión de Tacsha Curaray, a orillas del río Napo.
Ya llevamos más dos semanas
instalados definitivamente en la comunidad de Santa María, donde será nuestro
lugar de residencia. Poco a poco vamos arrancando con las actividades
pastorales de la parroquia. Todos los domingos tenemos celebraciones de la
palabra, la catequesis de niños lleva varias semanas funcionando y hace poco
comenzamos con las sesiones de catequesis de adultos. También hay un grupo de
jóvenes que se reúnen todos los jueves.
Vamos a empezar en breve con las
visitas a las comunidades que abarca el puesto de misión. De momento empezaremos
por las que están más cerca. Para visitar las que están más distantes tendremos
que estar fuera varios días y dormir en las propias comunidades, aunque de
momento, hay que esperar a que el nivel del río crezca. Estamos en pleno verano
y el nivel del río es muy bajo, lo que provoca que muchas comunidades quedan
incomunicadas.
A comienzos del mes de agosto
tuvimos un encuentro todos los misioneros y misioneras que colaboramos en el
Vicariato de San José del Amazonas. Fue un momento muy hermoso de fraternidad
donde pudimos conocer a la mayoría de personas que entregan su vida por
construir el Reino de Dios en este rincón de la Amazonía peruana. A mediados y
finales de septiembre tendremos en Iquitos un encuentro del Equipo Itinirante
de la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) y otro de la Pastoral Social del
Vicariato.
Otra tarea a la que estamos
dedicando bastante tiempo estas semanas es la rehabilitación de la casa en la
que viviremos el equipo de misión. Hacer cualquier obra en esta zona es toda
una odisea. La compra de material, el transporte en lancha, el desembarco,
acarrear los materiales hasta el lugar de la obra… todo se hace cuesta arriba
por el aislamiento y la falta de medios de transporte. Gracias a Dios, la
comunidad ha colaborado y todo está saliendo bien.
Estos días 24 y 25 de agosto se
celebró en Asturias el día de la Misión Diocesana con el lema “Sal de tu
tierra…” Para mí es de suma importancia saber que he sido enviado por mi
diócesis a la misión. Es un símbolo de comunión y fraternidad dentro de la
Iglesia. Tengo presente a todas las personas que están pendientes de mí y del
trabajo que vamos a realizar. Rezo por vosotros y sé que también vosotros
rezáis por mí.
Finalmente quiero agradecer
profundamente a la Delegación de Misiones y a la Iglesia asturiana en general
su colaboración para que podamos tener un lugar sencillo, pero digno, donde
poder realizar nuestra tarea misionera.
Un abrazo fraterno de vuestro
amigo
Alfonso