viernes, 29 de abril de 2016

Nuestra Hermana Azucena González, dominica del Rosario desde PERU



Queridos amigos de la Delegación; Soy una misionera Asturiana que pertenezco a la congregación de Misioneras Dominicas del Rosario. Llevo 43 años en Perú ,actualmente estoy en la Selva Sur en Puerto Maldonado.
       Varios años llevo recibiendo vuestro cariño y vuestro recuerdo junto con las cartas cercanas y pastorales de Fr. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo.
Gracias por los libros que cada año en Navidad nos envías. Tengo en mi escritorio los dos últimos sobre las enciclicas Evangelii Gaudium y misericordiae Vultus , del Papa Francisco.
     Mi trabajo actualmente es en el Apostólico en Puerto Maldonado, apoyando la tarea pastoral en la defensa de los Derechos Humanos. El azote en este lugar está en la trata de personas, Tarea dura y difícil de combatir. Para ello nos tenemos que unir todas las fuerzas vivas tanto del Estado como de la Sociedad Civil.
   Que el Señor bendiga vuestra labor en la Delegación de Misiones y que todos y todas desde el lugar donde nos encontramos seamos testigos proféticos de la Buena Nueva del Evangelio con nuestra vida y nuestro testimonio.

   Un fuerte abrazo

"Mahamadou, niño esclavo”

 El 16 de este mes que termina, celebramos el día de la esclavitud infantil. Ese día honrábamos y pedíamos perdón a los más 400 millones de niños sometidos a una de
las peores crueldades de la historia. Tal día fue elegido por que ésa es la fecha en el que fue asesinado Iqbal Masih por la mafia de la alfombra por denunciar la Esclavitud infantil. Tenía tan solo doce años y había sido niño esclavo desde los 4 en Pakistán, su país natal. Su vida, que todos debíamos conocer, es un auténtico testimonio de solidaridad y lucha por la justicia.
 Mahamadou, como Iqbal, sufrió la esclavitud de la miseria desde su nacimiento. Nunca fue a la escuela y su entorno vital se reducía a su casa, el campo y el bosque. El mayor de ocho hermanos, es hijo de un buen hombre, responsable de la oración en una de nuestras comunidades de etnia Gando.
           Uno más de los “niños del Benin” (así llaman a nuestros niños esclavos en el vecino país de Nigeria), le conocí hace unas semanas, apenas recobrada su “pequeña libertad”. Allí malvivió los últimos cinco años, sin prácticamente conocer lo que es un rato de descanso. Se fue a la edad de 16 años, empujado por la crónica miseria familiar y después de caer en la apetecible, tramposa y envenenada tentación de regresar un día con una moto nueva (¡Pobre motos nigerianas!, a mil años de las fanfarronas Ducatti, Yamaha y cía), que te hace parecer alguien importante en la edad en la que más y mejor pesca consigue nuestra sociedad (algunos dirían suciedad) de consumo.
               Mahamadou comenzó su triste periplo como pastor de vacas durante dos años. Al final le “pagaron” 100.000 francos CFA (152€), bueno no exactamente, porque el que le llevó a Nigeria se chupó 35.000 (53€). Todo el día y todos los días en el bosque con la “hermosa compañía” de serpientes, escorpiones, lobos. Y cuidadito con dormir por la noche, que los ladrones de ganado no son un cuento, y si por casualidad te falta un buey o una vaca, la pagas con otro añito más de bosque, vamos igual que cuando se lesionan Cristiano o Messi. ¿Y comer? ¡Aah!, arréglatelas como puedas, nadie te lo paga, o robas o te mueres de asco.

Otro de los grandes peligros del bosque son los forestales, sus verdaderos enemigos. Y ante él, sólo cabe vigilar y huir, que para algo tienen que valer los móviles (donde hay cobertura), a parte de para atontar y aislar a la gente. Si un forestal te coge, apañado vas, otro buey perdido y otro añito más de “diversión”.
         Pero entre los pobres sí que existe la solidaridad. Además de la solidaridad del avisado móvil, está la necesaria compañía. Ninguno va solo con su rebaño, van todos en diversos grupos, eso sí, sin mezclar los rebaños para evitar el contagio de las enfermedades. Pues, más de lo mismo, si una res se muere, añade otro año más. ¿Y a ésto hay que llamarlo trabajo “para ayudar a la economía familiar”? (léase jocosamente, torciendo los labios, como lo haría el jesuita albañil Chércoles).
              ¡Qué milagro!, nuestro buen amigo Mahamadou (bueno, de verdad, y amigo mío, también) salió vivo de tan dura prueba, pero no libre. No podía regresar, pues aún no podía comprar la moto. Y fue entonces cuando decidió cambiar la esclavitud del bosque por la del campo.
                  No les fue mejor en el campo que en el bosque, ni a él ni a sus otros cuatro compañeros, el más pequeño de 13 años. Fueron contratados para trabajar en una granja no muy lejos de un pueblo, donde sólo podían ir los domingos para comprar algo de comer, pero hasta eso se les impedía pues no tenían dinero. Trabajaban de sol a sol, descansando únicamente unos 15 minutos por la mañana y un breve momento para comer hacia las 4 de la tarde. Siempre comían lo mismo, pasta de maíz.
                 Al final del primer año, el que les llevó a Nigeria vino a pedir el dinero ajustado, pero, y resumiendo mucho la historia, entre la comisión que debían pagarle a él y los 2000 CFA (3€) que el dueño del campo les descontó por cada domingo descansado, la moto seguía siendo un sueño. Y lo mismo ocurrió durante los dos siguientes años.
             Nuestro buen Mahamadou sí que iba, a pesar de todo, consiguiendo algo de dinero y lo poco que había ahorrado, se lo confió a un hermano de su padre, que trabajaba en Nigeria desde hacia tiempo, para que se lo guardara. Pero, ya lo sabemos, el mal es insaciable, y hasta su propio tío le comió el pequeño “fruto” de tan salvaje esclavitud. Por todo lo cual, Mahamadou se vio una vez más obligado a prolongar un año más su estancia en ese infierno, preferible, en la mentalidad africana, a regresar al pueblo con la vergüenza en las espaldas.
               Los últimos sietes meses fueron tal vez los más duros para nuestro amigo. Trabajó con otro chaval en otra granja, donde se tiraban hasta siete horas sin comer nada, siempre trabajando de siete de la mañana a siete de la tarde. Y en todo ese tiempo sólo tuvieron la gracia de poder descansar dos días: la fiesta del final del Ramadán y la fiesta del cordero, la Tabasquí.
             Y, por fin, al cabo de cinco años y cansado ya de todo, Mahamadou pudo conseguir su moto. Pero no una nueva, como él quería, sino una pobre moto, ya bastante usada, con lo que pudo, al menos, un buen día regresar a su casa. ¿Y qué pasó después con la moto? Bueno, pues que su padre la vendió para poder comprar un buey, algo mejor para beneficio de toda la familia. Y ahora ¿qué hará el bueno de Mahamadou? ¿Se quedará viviendo en la miseria de su propia casa, o volverá a la tierra de la servidumbre infantil? Yo lucho para que se quede y trabaje aquí de una forma nueva, con otros y con nuevos métodos, algo más liberadores. De momento no falla a nuestras reuniones y oraciones y se le ve contento. Y tal vez un hermano suyo se venga a estudiar a nuestro hogar-internado el próximo curso. Un abrazo y luchemos juntos contra toda forma de esclavitud.

lunes, 18 de abril de 2016

La infancia canta por un mundo justo

Publicado por La Nueva España-17 de abril 2016

El Festival de la canción misionera reunió en Oviedo a 250 niños que lanzaron emotivos mensajes musicales a favor de la paz y la acogida a los refugiados


Fotos:Oviedo.IRMA COLLÍN
Oviedo, Ana Paz PAREDES "Cuando veo a ese niño que no lo logra, / cuando veo a ese padre que lo añora, / cuando veo a mis vecinos ignorarlos, siento vergüenza, / quiero arreglarlo. / Quiero acoger a la familia que me trae el mar, / quiero acoger al niño que duerme en el barro, / quiero que sienta el calor de mis abrazos, / quiero ser misionero como tú, / misionero como tú". Ésta es parte de la letra de uno de los temas que levantó grandes aplausos entre quienes ayer acudieron a disfrutar del Festival de la canción misionera, que por primera vez en sus diez años se celebró en Oviedo. Concretamente en las dependencias del colegio de las Teresianas. El tema, interpretado por los niños del coro "Shemá", de Avilés, se hizo merecedor del premio a la mejor letra original. Allí, con ellos, algunos padres portaban mensajes alusivos a la situación de los refugiados sirios, a su vez interpretados, en escena, por varios niños de este coro.
Martina González, de la organización, señaló que el festival se celebraba en el Corazón de María de Gijón, pero, dado el notable incremento de participantes, este año tuvieron que buscar un local más amplio para darles cabida a todos y así se habilitó como escenario la zona deportiva del colegio de las Teresianas en Oviedo.

Unos 250 niños y niñas sorprendieron al público con sus interpretaciones, su originalidad, las coreografías, el mensaje de sus textos, su frescura y sus proclamas en defensa de la paz, del amor fraterno y del trabajo que los misioneros desarrollan en el mundo. La letra era de creación propia, así como las coreografías que aún enriquecieron más las verdades que cantaron estos niños. Todos brillaron con luz propia y llevaron, con admirable maestría, su mensaje a los adultos.
Impactante fue sin duda la actuación de los niños de la parroquia de Santa María de Noreña, que se hicieron dignos merecedores del premio a la mejor interpretación. Los siguientes premios fueron: parroquia de San Pedro de Gijón, mejor vestuario; colegio la Milagrosa de Oviedo, mayor entusiasmo; colegio de la Asunción de Gijón, premio al espíritu misionero; coro "Shemá", de Avilés, mejor letra original; Patronato San José de Gijón, mejor coreografía; el centro Don Orione, Posada de Llanera, mejor música; parroquia Nuestra Señora del Carmen de Mieres, mejor canción; colegio Corazón de María de Gijón, mayor compromiso, y Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo de Avilés, premio al grupo revelación.


miércoles, 13 de abril de 2016

PUBLICADO EN EL DIARIO LA NUEVA ESPAÑA - 13 abril 2016

Once coros infantiles compiten en un festival musical sobre misioneros

El certamen, que se traslada de Gijón a Oviedo en busca de un mayor aforo, se dirige a escolares de entre 8 y 11 años

13.04.2016 | 04:12
Niños participantes en una pasada edición del festival, en el Codema de Gijón.
Niños participantes en una pasada edición del festival, en el Codema de Gijón. 

La iniciativa llega a su décima edición y cambia de ciudad en busca de un mayor aforo. El Festival de la Canción Misionera que organiza la Delegación Episcopal de Misiones se celebrará el sábado en el salón de actos del colegio Santa Teresa de Jesús, en el Naranco (Oviedo). Se han apuntado once agrupaciones corales infantiles procedentes de colegios y parroquias del Principado.
Las bases obligan a un buen trabajo preparatorio porque cada grupo participará con una canción cuya letra tiene que ser inédita, a partir de una música que puede ser también original o versionada. La coreografía también es opcional. Podrán participar niñas y niños con edades comprendidas entre los ocho y los catorce años.
Todo el día
El Festival sirve de perfecta coartada para celebrar una jornada de convivencia que comenzará en las Teresianas con la bienvenida a los coros, a partir de las once de la mañana, y se desarrollará durante buena parte del día, con dos sesiones de concurso, desde las doce a las dos de la tarde, y desde las cuatro a las cinco y media. Por el medio una comida y una hora de juegos. Habrá un obsequio de recuerdo para todos los participantes y un premio a los mejores de las distintas modalidades (letra, música, coreografía, vestuario... y espíritu misionero).
"Sentir como misioneros" es el lema que convoca a los grupos corales. La Delegación de Misiones organizará una colecta entre los participantes y sus familias que será destinada a un proyecto relacionado con las Misiones y que se explicará el mismo sábado durante la celebración.

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