La diócesis asturiana homenajea a cinco evangelizadores en
la festividad de San Melchor, el primer santo asturiano y patrono deAsturias Misionera
"Estás despreciando mi cariño". Esta fue
la respuesta de una humilde campesina en el Alto de la Paz (Bolivia) a la
misionera dominica asturiana Araceli Revuelta. La religiosa había ayudado a
curar al marido de la boliviana pero se negaba a aceptar como contraprestación un huevo, una de las pocas posesiones que la pareja tenía, por entender que debía ser el doliente quien disfrutara del manjar. Al final, Revuelta, misionera en América del Sur desde hace casi 60 años, se llevó a casa el huevo y una lección que no olvidó nunca: "Es fundamental poner cariño en todo lo que se hace". Y a sus 93 años, sigue fiel a esa filosofía de vida. Su labor y la de otros cuatro misioneros asturianos -Fermín Riaño, José García, Alejandro Rodríguez y Fernando Díez- fue reconocida ayer, no por casualidad, en Cortes (Quirós). Esta aldea quirosana vio nacer al dominico Melchor García Sampedro (1821-1858), patrón de los misioneros asturianos, que fue brutalmente ejecutado en Vietnam por el emperador Tu-Duc por predicar las ideas cristianas. El quirosano se convirtió en el primer santo asturiano, al ser canonizado en 1988 por Juan Pablo II. Cada 28 de julio se hace una ceremonia en su tierra natal para conmemorar su martirio, en la capilla que lleva su nombre.
El acto fue oficiado por quinto año consecutivo por
Durante el solemne acto, Pedro Tardón, delegado de misiones de la diócesis de Oviedo, tuvo palabras de recuerdo para los sacerdotes Silverio Cerra, mierense fallecido en mayo en un accidente de montaña en Morcín, y para José Díaz Pérez, que murió en marzo tras una ataque de abejas africanizadas en Nicaragua.
Alejandro Rodríguez, José García, Araceli Revuelta, Jesús Sanz, Fernando Díez y Fermín Riaño |
El piloñés José García (Coya, 1940) fue el segundo misionero en contar sus vivencias. Pasó 22 años en Costa Rica y lleva 26 en Nicaragua, en la Parroquia de Nueva Guinea, compuesta por 125 comunidades que recorre dos veces al año montado en una mula y a donde regresará el próximo lunes "si no disparan ningún cohete al avión", indicó en referencia a la reciente catástrofe en Ucrania. Aseguró no tener la valentía de San Melchor porque "si sé que me van a martirizar igual echo a correr", bromeó. "Quiero que mi parroquia sea laical y misionera", dijo García, quien cuenta con la inestimable ayuda de 11 muchachos que estudian para sacerdotes, 9 aspirantes a monjas y 11 monjas nativas.
Fermín Riaño (Avilés, 1960) fue el tercero en contar sus andanzas en Udon Thani (Tailandia), a
En cuarto lugar subió al altar Alejandro Rodríguez (Burgos, 1951) que, a pesar de ser burgalés, se ordenó en Asturias, primero en Covadonga y más tarde en Oviedo. Entre 1982 y 1985 trabajó en Burundi (África). Después estuvo en una misión en Ntita, donde estudió la lengua kirundi y desde 2004 predica el Evangelio en Benin (Bémbéréké), donde las próximas navidades recibirá la visita del delegado del arzobispo. Reconoce que hay gran presencia del Islam y que "últimamente se están extendiendo signos fundamentalistas como el velo, por influencias exteriores, que antes no se veían tanto, pero aún así la convivencia es cordial". El burgalés no se queda quieto un minuto y ya prepara con el apoyo de Manos Unidas la creación de un módulo de 8 aulas de instituto para chavales entre 11 y 20 años, proyecto valorado en 80.000 euros. Rodríguez tuvo palabras de recuerdo para las víctimas de Boko Haram, en
Habló en último lugar Fernando Díaz (Oviedo, 1955), al que le transmitieron "el virus de las misiones" hace 6 años y se fue a Lomas (Ecuador) con el movimiento cristiano Adsis para promocionar el trabajo de mujeres en talleres de telares o cocina. Desde hace un año se encuentra en Quito. Todos coinciden en que lo mejor es predicar con el ejemplo.