Queridos amigos y amigas de la Delegación de Misiones de Oviedo, os escribo ya desde las orillas del Río Napo, destino de nuestra misión en el Vicariato Apostólico de San José del Amazonas en la selva peruana.
Nuestra llegada al país fue el 31 de mayo. Estuvimos en Lima dos semanas asistiendo a un curso de introducción a la realidad del país y resolviendo trámites burocráticos. Allí pudimos descubrir una realidad marcada por la desigualdad más absoluta. Barrios muy acomodados que nada tienen que envidiar a los vecindarios de cualquier ciudad occidental, pegados literalmente a barriadas de chabolas e infraviviendas que se extienden más allá de donde llega la vista. Sin duda es otro tipo de selva marcada por el hormigón, la contaminación, la desigualdad y la violencia.
El día 14 de junio pusimos rumbo
a la Amazonía. Llegamos a Iquitos y nos alojamos en la casa que el vicariato
tiene en la ciudad. El golpe de calor al salir del avión nos dio la bienvenida
a la que será nuestra nueva realidad durante 3 años. Esos días en la capital
amazónica, nos dieron la oportunidad de conocer distintos puestos de misión del
vicariato, y a distintos misioneros y misioneras que desarrollan en ellos su
labor.
vamos a cubrir este tiempo. En esa comunidad llevan 13 años sin presencia misionera permanente y era algo que llevaban reclamando al vicariato insistentemente. Tacsha es una comunidad pequeña situada a orillas del imponente río Napo. Está dividida en tres núcleos de población: Santa Teresa, Santa María (donde residiremos) y San Luis (el más poblado). En conjunto las tres comunidades no suman más de 2000 habitantes. Al margen de estas comunidades, el puesto atiende a otros 30 caseríos a los que tendremos que ir visitando.
El recibimiento fue muy caluroso por parte de los miembros de la comunidad y, tras las pertinentes presentaciones, pudimos compartir una deliciosa sopa de gallina.
Visitamos los tres pueblos antes mencionados y compartimos la Palabra de Dios con ellos. La comunidad católica en Tacsha está bastante debilitada tras tanto tiempo sin presencia misionera. Nuestra labor será acompañar, animar y compartir vida y fe, con todo lo que ello conlleva. Todo el tiempo estuvimos acompañados por el padre César Caro, vicario general del vicariato. Él está muy pendiente de nosotros y de que nuestra adaptación sea lo mejor posible.
El lunes 24 nos desplazamos a
Santa Clotilde, el puesto de misión vecino al nuestro, situado a hora y media
río arriba. Aquí el vicariato tiene una gran presencia con parroquia, escuela,
internado y hospital. Estaremos unas semanas conociendo y compartiendo con los
misioneros y misioneras que trabajan aquí y visitaremos varias comunidades
indígenas. Los fines de semana nos desplazaremos a Tacsha a compartir la
celebración de la Palabra. A principios de agosto contamos con quedarnos en
Tacsha definitivamente y comenzar con el arreglo de la casa donde viviremos.
Por el momento esto es lo que os
puedo contar. Estamos muy ilusionados por esta andadura que vamos a comenzar. Pido
al Señor que nos acompañe siempre y que nos ilumine en nuestra tarea misionera.
Cuento con vuestras oraciones.
Un abrazo fraterno
Alfonso