Carta de la Hermana Luciola Arcila, Misionera de María Mediadora, que durante varios años trabajo en la delegación de Misiones de Oviedo y ahora se encuentra misionando en Honduras
Señor Don Pedro Tardón
Delegado de Misiones y
empleados.
Oviedo
Reciban
mi saludo en el nombre del Señor Jesús, que siempre está tocando al corazón,
para derramar su gracia y su bendición.
El
Señor nos tiene a prueba de agua. Sin salir de la pandemia estamos azotados por
los huracanes; ya nos da miedo ver la lluvia. Me imagino que han escuchado
noticias de esta terrible catástrofe en Centro América se cebaron con Honduras
y Nicaragua. Ha sido una situación muy difícil el 80% de honduras está
inundado, con una saturación de agua del 100% y aun no deja de llover dicen que
vienen lluvias torrenciales para este fin de semana, sin parar las que dejo
Iota.
El
sentimiento en toda la población es dolor y tristeza, angustia y miedo. Pasamos
prácticamente tres noches sin dormir, las lluvias eran torrenciales sin parar.
Ahora no hay río con puente, todos se desbordaron y están destruidos, las
carreteras se convirtieron en ríos y los ríos en monstruos, arrancando con todo
lo que estaba delante. Todos los cultivos se dañaron, durante la pandemia como
era lo que mejor se podía hacer mucha gente salió de la ciudad a sembrar, pues
ahora no ha quedado nada. Estamos derrumbados aun que confiamos en Dios no
dejamos de sentir el dolor de ver tanta desolación, que se resume en pobreza y
en falta de supervivencia.
Hemos
desnudado la tierra de lo suyo poniéndole demasiadas cosas que ella no
necesita, pues ahora todo lo tira fuera reclamando lo que le hemos quitado.
No
me gusta escuchar que esto es un castigo de Dios, cuando yo misma he visto como
despoblaron los montes; es verdad que hubo una peste en el pino que se llama el
gorgojo, pero tras sacar de los montes los árboles malos se llevaron también
los buenos y los montes quedaron pelados, los ríos los limpian de todos sus
minerales para protegerse, pero como son minerales no les importa robárselos y
venderlos a transnacionales que están en el otro mundo. Esto lo hacen los
“buenos gobiernos” que no les interesa nada el pueblo ni lo del pueblo; después
este pueblo es el que sufre, consecuencias de los que se creen con el mayor
poder como si fueran dioses.
La
guardería (El Centro Infantil Santa Clara) quedo como un cedazo, porque por el
viento se desclavaron los tornillos y como las láminas de zinc están un poco
podridas dejaron roto y luego las láminas de cielo falso volaron y otras se
empaparon por las goteras y cayeron, tengo que estar cuidando donde cae la
gotera para mover las cosas para que no se mojen.
Aquí
en Toyós cinco barrios vivieron la peor pesadilla con el agua encima llevándose
sus casas. El martes en la noche a
amanecer miércoles 5 de noviembre despertamos en un mundo diferente, todo era
agua y no calmaba la lluvia; nosotras las hermanas, vivimos en un altico pero
cerca de un río que ya estaba que se desbordaba, la noche del miércoles nos
acostamos pensando que si el rio desbordaba ya no tenemos para donde correr,
porque de arriba venia la corriente y para abajo ya estaba todo inundado.
El
Señor se acordó de este pueblo en esa noche y calmo el agua. El jueves amaneció
sin llover pero sin agua potable, porque todos los acueductos se destruyeron,
no había para donde moverse: todas las carreteras inundadas, derrumbadas, los
puentes reventados, los postes de la luz destruidos, las torres de todas las
comunicaciones por el suelo, solo al sábado teníamos un medio respiro el
internet viene a raticos. Las gentes querían limpiar sus casas llenas de lodo y
tenían que cargar agua de los ríos que ya estaban aclarando un poquito.
Prácticamente el único barrio que no sufrió fue el nuestro porque está ubicado
un poco más alto, pero sufrimos todas la consecuencias y el dolor de la
población que los perdió todo. Esto fue con el Eta.
No
habíamos terminado el rescate cuando se vino Iota, esta volvió a inundar lo
inundado y otros departamentos y poblaciones. Pueblos enteros donde lo
perdieron todo, solo que en este hubo menos pérdidas humanas porque mandaron
evacuar obligatoriamente y con tiempo. Después han venido los deslizamientos de
tierra en un departamento se hundió toda una aldea dejando cincuenta casas
destruidas algunas personas bajo tierra y unas 700 familias damnificadas porque
la aldea quedo in habilitable.
Me
ha sido una experiencia muy dura con el dolor del pueblo, a pesar del dolor la
gente humilde lleva la esperanza en el Señor, confían en su salvación y creen
superarse. Ahora estamos en sus manos y su corazón misericordioso, con la
esperanza que enviara samaritanos a ayudar a curar las heridas que son muchas:
físicas, espirituales, morales, psicológicas y no sé cuántas más.
Yo
voy poniendo mi granito de arena con todas las fuerzas que me ha dado el Señor,
no tengo palabras para expresar sus favores, estoy perfectamente bien en medio
de tanta calamidad humana y natural, el dolor que siento por todo esto me hace
sentir más fortalecida en el Señor para ayudar a todo aquel que lo necesite. Esta semana por un momento me sentí
derrotada, pero me encomendé al Señor y abrigo un deseo loco por ayudar, porque
manos y corazón es lo que se necesita ahora.
El
Señor les bendiga y estas bendiciones lleguen hasta nosotros. La Santísima
Virgen nos proteja a ustedes y a nosotros.
Fraternalmente:
Hna. Luciola Arcila R.
M.M.M.