Ya han pasado tres meses desde que llegué a Honduras y el tiempo parece que vuela. Han sido tres meses intensos en los que me he ido adaptando a la realidad tan dura de este país y al trabajo diario en la casa Populorum Progressio con las chicas. A pesar de que el proceso de adaptación todavía me
llevará un tiempo, la dinámica de la casa exige ponerse al día rápido con los proyectos y actividades cotidianas.
Una de estas actividades es la preparación de las jóvenes para el
examen de ingreso a la universidad. Desde que llegué, he intentado ayudarlas en
la prueba de matemáticas. Hace un mes hicieron el examen y, cinco de las seis
jóvenes que se presentaron, pasaron la prueba. Estamos muy contentos porque es
una oportunidad única que tienen para poder continuar con sus estudios en
alguna de las residencias que la organización ACOES tiene en Tegucigalpa.
Desgraciadamente, en las zonas rurales de Honduras, y muchos otros
países, estudiar no resulta nada fácil. A la carencia de infraestructuras y la
baja formación del profesorado, se junta la escasa conciencia que hay por parte
de las familias de la importancia de la educación para sus hijos.
Cuando terminan sexto grado (formación básica), muchos alumnos de
las aldeas, tienen que desplazarse a centros escolares situados en pueblos más
grandes. Es entonces cuando empiezan las mayores dificultades. Muchos jóvenes,
bien por falta de recursos económicos o porque tienen que trabajar en el campo
para ayudar a su familia, abandonan los estudios de manera temprana.
Si ya la situación es grave de por sí, para las niñas es todavía más preocupante. En una sociedad fuertemente machista, la mujer ocupa un lugar de subordinación respecto al hombre. Muchas niñas, cuando terminan la formación básica, se quedan en su casa para ayudar a sus madres en los quehaceres domésticos. A esto, se añade el alto número de embarazos en adolescentes, con el consiguiente perjuicio para el proceso educativo de la joven.
Desde la residencia, no solo apoyamos a las niñas en sus tareas
escolares. También intentamos desarrollar en ellas habilidades y estrategias
que por vivir en una sociedad tan machista, no tienen adquiridas. La toma de
iniciativa, la asunción de responsabilidades en los diferentes proyectos que se
llevan desde la casa, la resolución de problemas o cosas tan sencillas como
agarrar un teléfono para hablar con un profesor, se trabajan con ellas.
Otro aspecto fundamental es la faceta espiritual. Todos los días
tenemos laudes y vísperas y una vez a la semana realizamos la lectio divina con
la lectura del evangelio del domingo. Se pretende que las niñas descubran la
riqueza de la Palabra De Dios en sus vidas y la lleven a la práctica,
especialmente en lo que se refiere a su compromiso con la justicia y la ayuda a
los más necesitados.
El objetivo final es que las jóvenes sean protagonistas de su propia
vida, que nadie tome decisiones por ellas y que lleguen a ser ciudadanas que
colaboren en el desarrollo económico y social de Honduras.