Oviedo, agosto
de 2022
A
LOS SACERDOTES, CONSAGRADOS Y LAICOS
DE
NUESTRA ARCHIDIÓCESIS DE OVIEDO
El Señor ponga su Paz en vuestros
labios y reparta el Bien con vuestras manos.
Cada uno de nosotros estamos llamados a vivir
la misión en el lugar en el que hemos sido plantados por la Providencia de
Dios. Tenemos no pocos hermanos que como sacerdotes, religiosos y religiosas,
también algunos laicos son una prolongación “católica”, universal, de las
comunidades cristianas que como peregrinas en nuestra tierra asturiana anuncian
la Buena Noticia de Jesús a nuestra gente lugareña. Pero todos estamos llamados
a dar ese testimonio del Evangelio en donde cotidianamente vivimos y
convivimos. Por eso con vosotros pido la gracia de ser fieles a la vocación que
unos y otros hemos recibido allí donde Él nos ha llamado, para que redunde
nuestra vida en una alabanza que glorifique a Dios y en una bendición que abrace
a cada uno de los hermanos que nos han sido confiados.
Hace unas semanas hemos enterrado a
nuestro querido D. Gabino Díaz Merchán, arzobispo emérito, que fue nuestro
pastor durante treinta y tres años. A él se le deben no pocos ánimos e
iniciativas misioneras en nuestra Archidiócesis. También damos gracias por su
largo pontificado entre nosotros, mientras le encomendamos al Señor pidiendo
para él el eterno descanso. Y en la misma intención ponemos a D. Fernando
Fueyo, misionero nuestro en Burundi durante diez años, que ha sido también
llamado por el Señor hace unos días, cuando ya estaba jubilado en su parroquia
de San Nicolás de Gijón.
Nuestra presencia como misión
diocesana, se desenvuelve en Benín desde hace más de treinta años. Por allí han
pasado varios sacerdotes. Posiblemente llega el momento de dejar esa presencia,
una vez que las obras apostólicas y los complejos parroquiales y educativos que
hemos llevado adelante y levantado, quedan como un testimonio sólido que
ponemos en manos de aquella diócesis hermana de N’Dali y de su Obispo Mons.
Martin Adjou.
En el caso de que finalmente
saliésemos de allí, no quedaría nuestra Archidiócesis de Oviedo sin una misión
diocesana propiamente dicha. Aunque suponga un esfuerzo grande, abriríamos otra
misión, posiblemente en un ámbito de lengua española. Os informaríamos
oportunamente. Lo he intentado también como Provincia Eclesiástica erigiendo
una misión interdiocesana entre Oviedo, Astorga, León y Santander, pero los
Sres. Obispos ven demasiadas dificultades y no ha prosperado mi iniciativa,
lamentablemente. Dios nos abrirá nuevas posibilidades.
Queridos hermanos y hermanas, con
estas palabras os animo a seguir en el empeño al que fuisteis llamados por el
Señor. Que San Melchor de Quirós interceda para que escribamos la página
misionera a la que hemos sido llamados, desde el lugar en el que cada uno está en
la Diócesis o fuera de nuestras fronteras. Y que nuestra Madre, la Santina de
Covadonga, acompañe todos vuestros pasos con su materna protección. Os envío mi
abrazo y mi fraterna bendición.
X Fr.
Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de
Oviedo