Como es costumbre por estas fechas, próximas a la festividad de San Melchor de Quirós,
patrono de los misioneros de la Iglesia de Asturias, celebramos una vez más el
día de los Misioneros Diocesanos. En esta celebración participan los misioneros
que están de vacaciones, los que ya están de regreso, familiares, amigos y
voluntarios de la Delegación de Misiones. Entendemos que también ellos se
merecen un pequeño reconocimiento por su
trabajo callado y perseverante desde esta Diócesis en favor de los misioneros y su labor de acción
evangelizadora. Se trata de una jornada de convivencia, de amistad, de mutua
acogida y encuentro, en la que se recuerda a los sacerdotes, religiosos,
religiosas y seglares que respondieron a la llamada de ir a vivir el evangelio en ámbitos geográficos
diferentes de acción evangelizadora y misionera.
Posteriormente
abandonamos el Monasterio y nos dirigimos al pueblo de Potes, para disfrutar de
una fraternal comida, aprovechando también la oportunidad para conocer este
pueblo tan típico de Cantabria .Estando ya regreso, algunos misioneros tomaron
la palabra y fueron relatando sus vivencias en las tierras de misión en la que
estaban desarrollando su labor evangelizadora y promocional. Llamó muy especialmente
la atención el relato de Antonio Herrero,
regresado ya definitivamente de la misión diocesana que teníamos en Gamia .Nos
expuso por qué, después de treinta y siete años de presencia Asturiana en esa
zona del norte de Benín, había llegado el momento de que la diócesis de Oviedo,
concluyera su compromiso de actuación misionera y pasara el testigo a los
sacerdotes locales .Muy expresivamente reconoce que tiene el “corazón partido”,
porque deja allí una gran familia. Al regreso, siendo ya tarde noche, todos los participantes
manifestaron que había sido una experiencia muy grata y enriquecedora.