CARTAS
SEMANALES Publicado el 05/02/2023
África: sonrisa y esperanza del mundo
Viaje rápido a ese trozo de Asturias que tenemos en el corazón de África,
con la misión diocesana con la que desde hace más de treinta años trabajamos
allí en la evangelización de una parte de ese hermoso país, junto al obispo y
las comunidades cristianas que nos acogen en medio de aquella inmensa selva
llena de contrastes humanos, culturales, políticos y religiosos. Estábamos ante
un imponente nuevo templo que hemos construido en las afueras de la localidad
de Gamia. El motivo es que ya no cabían los cristianos en la iglesia anterior.
La generosidad de nuestras gentes cristianas de Asturias ha hecho posible que
se levante esta nueva iglesia de un estilo inequívoco africano.
La procesión de entrada nos llevaba a las más de mil personas hacia allí:
niños, muchos niños, jóvenes, muchos jóvenes, familias enteras, el obispo del
lugar, los misioneros, los sacerdotes y religiosas, los catequistas. El obispo
de N’Dalí tuvo la deferencia de invitarme para que presidiera la celebración
eucarística y procediera a la apertura de esta nueva iglesia, a la bendición
del templo y a la consagración del altar. Fuera, con una alta temperatura ya,
mirábamos aquel templo como lugar de una espera, como espacio en donde la
acogida se hacía abrazo desde todas nuestras intemperies.
La liturgia de la consagración de un templo es muy bella. El obispo toca
con su báculo pastoral la puerta, y esta se abre ante la invocación orante.
Estando las puertas de par en par, entró aquella inmensidad de gente buena. Los
casi mil cristianos que fueron pasando de todas las edades, fue un espectáculo
de alegría y esperanza, con los cánticos y danzas tan típicamente africanos,
con los colores vivos de sus trajes y tocados. Y así procedimos a bendecir la
sede de quien preside en la caridad esa comunidad, el ambón de la Palabra desde
la que Dios hablará incesantemente cuando esta sea proclamada, el altar donde
se ofrecerá los dones que de la mano del Señor recibimos, en especial el Don
por excelencia que es su propio Hijo a través del pan y vino que se
transformará en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Finalmente, el sagrario, como
una pequeña choza de las que abundan en la selva, indicando así que Dios
también tiene la suya en la que nos ve, nos aguarda y nos adentra. Han sido
casi tres horas y media con distintas intervenciones, además de los ritos
litúrgicos propios. Coincidía con la fiesta de la Presentación de Jesús en el
Templo de Jerusalén. En ese día éramos nosotros los que presentábamos el nuevo
templo parroquial a Jesús, sabiendo que somos las piedras vivas de esta casa de
Dios.
Ha coincidido este viaje con el que el Santo Padre ha hecho a la República
del Congo. El papa Francisco ha dicho cosas fuertes y oportunas como defensor
de estos hermanos tantas veces usados, abusados y luego ignorados tras haberse
aprovechado de la riqueza natural de esta tierra. Pero también han sido
palabras muy bellas las que Francisco ha pronunciado: “Queridos congoleños
vuestro país realmente es un diamante de la creación; pero todos vosotros, sois
infinitamente más valiosos que cualquier bien que pueda brotar de este suelo
fértil. África es la sonrisa y la esperanza del mundo. Los diamantes, que
por lo general son raros, aquí abundan. Si esto es cierto respecto a las
riquezas materiales ocultas bajo la tierra, lo es mucho más en referencia a las
riquezas espirituales contenidas en los corazones. Y es precisamente a partir
de los corazones que la paz y el desarrollo siguen siendo posibles porque, con
la ayuda de Dios, los seres humanos son capaces de justicia y perdón, de
concordia y reconciliación, de compromiso y perseverancia en el aprovechamiento
de los talentos que han recibido”. Hago mías estas palabras y las reconozco en
el pueblo que he tenido de nuevo la gracia de visitar junto a nuestros
misioneros asturianos. Que María nos bendiga en esta continua y nueva
evangelización.