Carta a Pedro Tardón. Delegado de Misiones de Asturias
Mi querido amigo:
Esta
mañana, cayendo un fuerte aguacero, de esos que hacen cortina de agua, ¡por
suerte estaba bien cobijada!, recordé que tengo una deuda en este MES
MISIONERO. A decir verdad “varias deudas”… En primer lugar con Dios que
me ha regalado esta vocación misionera teresiana, que me abraza misericordiosamente en mis
torpezas y debilidades haciéndome tan feliz en el seguimiento a su Hijo Jesús, en
medio de este contexto (¡tan rico y tan pobre!) de selva tropical amazónica
ecuatoriana frontera con Colombia, entre poblaciones campesinas e indígenas de las que cada día
aprendo tanto. En segundo lugar a mi familia de la que he recibido y recibo
tantos gestos de cariño, respeto y apoyo en esta mi “locurina” e inusual
vocación misionera. Por otro lado siempre me he sentido enviada desde mi
iglesia local de Asturias, en concreto de las comunidades parroquiales y los
colegios donde conocí y aprendí a amar a
Jesús y a su Madre María, ¡la Virgen de Covadonga!, sí esa:¡La Santina!, y mi familia religiosa: la
Compañía de Santa Teresa de Jesús.
Ahora a mis 55 años sé que esta felicidad que vivo es fruto de ser fiel a la llamada de dar gratis lo que gratis he recibido, por ello me dedico a “hacer conocer y amar a Jesús” en estos recintos alejados, olvidados, pobres y sencillos donde la solidaridad hace el milagro cada día de sentir que todas las personas somos familia, que tenemos la dignidad de ser hechos a imagen y semejanza de Dios, ¡que nos habita!.. Por ello Nada de lo humano nos es ajeno. Como misionera lejos de mi “tierrina” no me he sentido sola, sufro y gozo con las penas y alegrías de la gente, ¡de esta gente! con la que camino y comparto tierra, techo, mesa y Eucaristía, luchas sociales, y Palabra de Dios que nos conforta, nos ilumina y lleva a Jesús.
Estoy
agradecida también a tantas personas que,
me ayudan y nos ayudan, con su oración y
con su aporte económico, a pesar de la crisis… A través de ti quiero
hacerles llegar este ¡GRACIAS! Porque el ser Iglesia es sentir que somos
FAMILIA, que todos estamos llamados a ser MISIONEROS en nuestro propio ambiente
o fuera de él, y esta es la VOCACIÓN que hemos de recordarnos: NO HAY
MISIÓN SIN MISIONEROS, La Misión… es la gran Obra de Misericordia. Estamos
llamados a una nueva “salida misionera”
y a cuidar nuestra Casa Común. Que El Señor nos ayude, bendiga y
acompañe en esta misión. Con cariño. Susana